Por Julio César Uribe Hermocillo. Tomado de El Guarengue. https://miguarengue.blogspot.com/2024/01/rogerio-velasquez-un-p-ionero-un.html
El 7 de enero de 1965 falleció en Quibdó uno de los más grandes intelectuales chocoanos de la historia regional y nacional: Rogerio Velásquez Murillo. Nacido en la histórica población de Sipí, el 9 de agosto de 1908, su vida fue tan corta biológicamente como fructífera intelectualmente: vivió 57 años, pero escribió como si hubiera vivido más de un siglo.
Sin los recursos que actualmente proveen la internet y las bibliotecas digitales de los centros de investigación, las universidades, los archivos y las instituciones culturales públicas y privadas, Rogerio Velásquez creó y dejó una obra sólida y maravillosa, copiosa y variada, sobre aspectos claves de la vida y la cultura de las comunidades afrodescendientes de Colombia, particularmente en el Chocó y en el Pacífico colombiano; una obra rigurosa, siempre fundamentada en estudios serios y de actualidad, a tono con el momento teórico de las ciencias sociales y humanas; y apoyada e inspirada en los datos obtenidos a través de su infaltable trabajo de campo y de su admirable capacidad de observación y etnografía.
Si Quibdó aún hoy es una ciudad aislada del país y del propio resto del Chocó, basta imaginarse las condiciones de los tiempos en los que Rogerio Velásquez investigó, escribió y publicó sus invaluables trabajos, a mediados del siglo XX, para comprender la magnitud de su talento admirable y la grandiosidad de sus esfuerzos, su disciplina, su dedicación, su agudeza y su clarividencia como investigador; traducidas a una escritura envidiablemente certera y clara, intachable y lúcida, altamente creativa.
“El Profesor Rogerio Velásquez Murillo fue un distinguido exponente de la cultura nacional y se destacó en las disciplinas pedagógicas, etnohistóricas y literarias no menos que en otras ramas de las ciencias como la antropología y el folclor en cuyos campos realizó una fecunda y meritoria labor investigativa; como fruto de sus pacientes investigaciones, dejó varias obras y escritos de importancia científica y literaria… fuera de eminentes cargos públicos como Representante Suplente a la Cámara, Diputado a la Asamblea del Chocó, Director de Educación Pública del Chocó, Rector del Colegio «Carrasquilla» de Quibdó, -el Profesor Velásquez sirvió también la cátedra universitaria y de segunda enseñanza con abnegado patriotismo y decoro moral e intelectual, habiendo sido catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional de Tunja y de varios colegios del país”.[1]
Pionero porque sus pasos intelectuales fueron los primeros en transitar múltiples y desconocidos caminos de las ciencias sociales y humanas en Colombia y en América, precursor porque sus huellas no solamente trazaron y mostraron dichos caminos, sino que los hicieron posibles, ya que su producción académica mostró cómo transitarlos; Rogerio Velásquez merece el homenaje que aún no se le ha hecho y el reconocimiento que el Chocó y Colombia le adeudan, y que con el rescate, reedición, publicación y difusión de su obra empezaría a dársele. “Cuando cruzo la producción de Rogerio Velásquez con los cargos que desempeñó, las circunstancias y limitaciones de la época, y la edad a la que murió, no puedo menos que maravillarme del genio que fue este pionero”, me escribió Jesús Elías Córdoba Valencia, hace menos de un mes, el pasado 20 de diciembre. Estamos de acuerdo.
Maestro
Pionero fue Rogerio Velásquez cuando formó parte del grupo de los primeros maestros del Chocó formados profesionalmente como institutores, con técnicas y modelos pedagógicos modernos, en la histórica Escuela Normal Superior, que funcionó en Tunja un año y después en Bogotá.
Rogerio Velásquez fue parte de un talentoso contingente chocoano patrocinado por el programa de becas de la Intendencia Nacional del Chocó, a partir de 1934, siendo Intendente Nacional Adán Arriaga Andrade y Director de Educación Pública de la Intendencia Vicente Barrios Ferrer; para que recibieran en Bogotá la formación indispensable para el desarrollo de la educación pública en la región, a instancias de la Revolución en marcha del gobierno de Alfonso López Pumarejo.
Nicolás Rojas Mena, Marcos Maturana Chaverra, Ramiro Álvarez Cuesta, Saulo Sánchez Córdoba, Vicente Ferrer Serna y Nicolás Castro Aluma, también formaron parte de dicho grupo. Al igual que las primeras mujeres del Chocó que irrumpieron en la escena de la educación pública: María Dualiby Maluf, Judith Ferrer, Carmen Isabel Andrade, Eyda Castro Aluma y Margarita Ferrer Cuesta, que también estudiaron en Bogotá; y un grupo que posteriormente fue enviado a Popayán: Tulia Moya Guerrero, Edelmira Cañadas, Julia Sánchez, Clara Rosa Perea, Tita Quejada, Visitación Murillo, Teresa Campo, Digna Asprilla y Josefina Rodríguez[2].
¿Quiénes eran los alumnos que circulaban por los corredores espaciosos y sobrios del edificio de la Escuela Normal? Se trataba de un grupo de jóvenes entusiastas provenientes de diversas partes del país, los cuales eran seleccionados rigurosamente en orden a sus cualidades académicas, pertenecientes la mayoría de las veces a las clases media y media baja, no siempre con clara vocación hacia la docencia, pero la mayoría de ellos incentivados por las becas que les eran otorgadas por el Estado para adelantar los estudios gratuitamente en la institución. Una mirada a los registros de matrícula permite ver la diversidad en cuanto a la procedencia regional, encontrándose estudiantes de los departamentos de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santanderes, Cauca, Valle, Magdalena, Chocó, entre otros.[3]
Antropólogo
Pionero fue Rogerio Velásquez cuando decidió completar la formación sociohumanística que había recibido en la Normal Superior e ingresar al Instituto Etnológico del Cauca para convertirse en etnólogo y, a partir de ahí, con fina intuición y genuino compromiso, dedicar su vida profesional al entonces inexplorado campo de la etnografía de las comunidades negras del Chocó y del Pacífico colombiano; contribuyendo así, de modo significativo, al progreso epistemológico y metodológico de la antropología en Colombia.
“Rogerio Velásquez se graduó en 1948 como etnólogo en el Instituto Etnológico del Cauca (Popayán). Para ese entonces, el instituto estaba bajo la dirección de Gregorio Hernández de Alba. Velásquez introdujo a las comunidades negras como objeto de estudio en la antropología en una época dominada por el indigenismo. Perteneció a las primeras generaciones de etnólogos graduados en el país y estuvo afiliado como investigador auxiliar en el Instituto Etnológico Nacional, tuvo a cargo la sección de folclore del Instituto Colombiano de Antropología”[4].
Fue también pionero cuando en su diario de campo, cuyas notas debieron ser una joya de la etnografía nacional, consignó día a día observaciones sobre la cotidianidad que había vivido desde niño en Sipí, en Condoto, en Istmina y en Quibdó. Notas acerca de cómo se vestía la gente, su música y las fiestas que celebraba; los velorios y los entierros, las novenas y los cantos fúnebres con los que la gente negra despedía y celebraba a sus muertos; los cuentos que se contaban, las coplas que se recitaban y las adivinanzas que se echaban, en las noches largas de la orillera oscuridad de los pueblos o de sus lunas esplendorosas peinándose en los espejos multitudinarios de sus ríos… Pionero porque pensó que lo consignado en aquellas notas merecía documentarse, escribirse y publicarse, para que el país empezara a conocer las identidades y estructuras culturales propias de comunidades y sujetos que también formaban parte de la nacionalidad plural de Colombia.
Poniendo al servicio de la preservación de la historia, de la memoria y de la tradición, de su gente y de su pueblo, el acervo teórico y metodológico que había aprendido en la Normal Superior y en el Instituto Etnológico, Rogerio Velásquez produjo los primeros textos etnográficos y analíticos de la vida de las comunidades negras en Colombia. Dichos textos son artículos clásicos de la antropología colombiana de la época, como «Ritos de la muerte en la costa del Pacífico», «Instrumentos musicales de la costa del Pacífico”, «Vestidos de trabajo en el Alto y Bajo Chocó», «La fiesta de San Francisco de Asís en Quibdó», «Leyendas y cuentos de la raza negra», «Adivinanzas del Alto y Bajo Chocó», «Cantares de los tres ríos»; cuál más, cuál menos, magistrales todos.
Historiador
Y pionero fue cuando emprendió el monumental trabajo de documentar la participación de “El Chocó en la Independencia de Colombia”, investigación con la cual, desde una perspectiva etnohistórica, Rogerio Velásquez le mostró al país la importancia de la participación de la región chocoana, su gente y su territorio, en la causa independentista de la cual había surgido la república que cada 20 de julio se celebraba.
Igualmente, fue pionero Velásquez en trabajos panorámicos e interdisciplinarios, como el de documentar el Atrato Medio hace 60 años, mediante un recorrido fluvial de 50 kilómetros por el trayecto comprendido entre Las Mercedes y Lloró, es decir, río abajo y río arriba de Quibdó, incluyendo áreas de los ríos Neguá, Munguidó y Quito, afluentes del Atrato. Un trabajo en el cual, además de su rigurosidad en el manejo de los datos y de la información obtenida mediante un impecable desempeño etnográfico y de investigación, son notorias la capacidad narrativa y literaria de Rogerio Velásquez, su capacidad de síntesis, la riqueza de sus descripciones y la concreción de sus conceptos y opiniones[5]; conceptos y opiniones entre los cuales resalta su enfoque prionero de corte etnoeducativo: “En su detallado trabajo sobre el Atrato Medio chocoano, Rogerio Velásquez dejó significativas aportaciones acerca de lo que actualmente se conoce como etnoeducación, currículos propios y otros conceptos asociados; así como sobre el papel del maestro, la importancia del contexto sociocultural y económico local en los procesos educativos, y el desfase entre las orientaciones curriculares oficiales del orden nacional y las culturas locales y regionales”[6].
Pionero fue también en el uso de recursos literarios para documentar la historia del Chocó. Su enorme capacidad narrativa y su talento para ficcionar son evidentes en Las memorias del odio, una versión literaria de la vida y el fusilamiento de Manuel Saturio Valencia, ejecutado en mayo de 1907, que Rogerio Velásquez relata con lenguaje crudo y áspero, por momentos desapacible. Esta novela confirma, en el campo de la ficción, la ardentía de la pluma de Velásquez en los temas referentes a raza y clase, ampliamente exhibida en sus trabajos etnográficos, etnohistóricos, culturales y socioeconómicos; con la diferencia de que aquí -aprovechando la libertad del género de las memorias– llega casi hasta al pronunciamiento personal y la denuncia tempestuosa y ruda de la acerba e inocultable división de la sociedad quibdoseña de entonces, de modo que el conjunto de la obra más pareciera la panorámica de ese sórdido cuadro de racismo, machismo y clasismo de la población de Berenjenal, como se llama el lugar donde transcurren los hechos, que una reivindicación de Saturio como héroe local y regional.[7]
Promotor
Pionero fue también Rogerio Velásquez en promocionar y posicionar de la mejor manera las riquezas culturales del Chocó, como lo hizo al motivar, propiciar y asesorar la primera excursión folclórica regional del entonces recién creado Centro de Estudios Folclóricos y Musicales (CEDEFIM), del Conservatorio Nacional de Música, de la Universidad Nacional de Colombia[8], en conjunto con el Instituto Colombiano de Antropología y la Radiotelevisora Nacional; una excursión que se realizó del 1° al 15 de octubre de 1959 y cuyo itinerario fue diseñado por el propio Velásquez e incluyó trabajos en Quibdó, Istmo de San Pablo, Alto San Juan y Alto Atrato. “La Comisión que viajó al Chocó se integró en la siguiente forma: por el Conservatorio Nacional de Música, Fabio González Zuleta, Jesús Pinzón, Horacio Gallego y Andrés Pardo Tovar; por el Instituto Colombiano de Antropología, Rogerio Velásquez y José María Enríquez Girón, y por la Radiotelevisora Nacional, don Guillermo Díaz. Y el trabajo se distribuyó así: González Zuleta y Pinzón se encargaron de las transcripciones musicales; Gallego y Pardo Tovar, de las fichas organográficas; Guillermo Díaz, de las grabaciones; Enríquez Girón, de las filmaciones y fotografías; Velásquez, de las relaciones públicas y asesoría, y Pardo Tovar de las fichas coreográficas, del diario de la excursión y de la dirección general de la misma”.[9]
Precursor
Mediante su ejercicio profesional en los diferentes campos de las ciencias humanas y sociales, sus artículos científicos y su producción literaria, así como en su trabajo de maestro y profesor, Rogerio Velásquez Murillo sembró conciencia sobre la condición de sujetos históricos de los hombres negros y de las mujeres negras del Chocó y de Colombia, abrió caminos claros y conducentes a las ciencias sociales y humanas para que miraran realidades hasta ese momento invisibilizadas, negadas y excluidas dentro del panorama académico y sociocultural de la nación.
La obra completa de Rogerio Velásquez Murillo (Sipí, 9 de agosto de 1908 – Quibdó, 7 de enero de 1965) debería ser parte, en Colombia, de la biblioteca básica de formación universitaria en carreras como Antropología y otras de las ciencias sociales y humanas. Sus aportes precursores y pioneros a la etnohistoria, al igual que su enorme contribución al conocimiento de dinámicas y realidades socioeconómicas, artísticas, folclóricas, religiosas y festivas de los pueblos negros, que eran prácticamente ignotas, desconocidas e ignoradas por el sector académico en Colombia hasta que él las investigó, las documentó y las publicó; convierten a Rogerio Velásquez en uno de los fundadores de los estudios afrocolombianos en la antropología nacional y continental.
Si la brillante generación de políticos del medio siglo XX, que consiguió el sueño de convertir en Departamento a la Intendencia del Chocó, llevó el nombre y los derechos de la región hasta los escenarios públicos e institucionales del ámbito nacional; Rogerio Velásquez Murillo le mostró a Colombia la existencia del pueblo afrochocoano como sujeto histórico y cultural. Todo un pionero, todo un precursor.
[1] República de Colombia – Ministerio de Educación Nacional – Instituto Colombiano de Antropología. Resolución número 0001 de 1965 (enero 15), por la cual se deplora el deceso de un destacado investigador colombiano y se rinde homenaje a su memoria.
[2] Ver: El Guarengue, lunes 8 de marzo de 2021. De excluidas a pioneras: Mujeres y educación en el Chocó. https://miguarengue.blogspot.com/2021/03/deexcluidas-pioneras-mujeres-y.html
[3] Herrera C., Martha Cecilia. La Escuela Normal Superior 1936-1951: avatares en la construcción de un proyecto intelectual. Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP, Bogotá. Historia de la educación en Bogotá – Tomo II. Pp. 95-132. Diciembre 2011. https://core.ac.uk/download/pdf/326433901.pdf
[4] Hurtado-Garcés, Rudy Amanda (2020). “Quítate de mi escalera, no me hagás oscuridad”: imágenes de lo “negro” en la antropología colombiana 1930-1970. Revista CS, 30, 141-172. https://doi.org/10.18046/recs.i30.3516
[5] Ver en El Guarengue: En sus propias palabras. Recordando a Rogerio Velásquez (2ª Parte): https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/en-suspropias-palabras-rogerio.html
[6] Ver en El Guarengue: Recordando a Rogerio Velásquez.
https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/recordando-rogeriovelasquez-rogerio.html
[7] Un completo análisis al respecto puede leerse en: Leal, Claudia. Recordando a Saturio. Memorias del racismo en el Chocó (Colombia). Revista de Estudios Sociales N° 27, agosto de 2007: Pp. 230. ISSN 0123-885X: Bogotá, Pp.76-93.
https://revistas.uniandes.edu.co/index.php/res/article/view/5472/5280
[8] En ese momento, el Rector de la Universidad Nacional de Colombia era Mario Laserna Pinzón, quien posteriormente fundaría la hoy prestigiosa Universidad de los Andes.
[9] Pardo Tovar, Andrés Experiencias de una excursión folclórica. En: Revista Colombiana de Folklore (1960), Volumen 2, Número 4, Segunda Época. Pp. 127-136.
➡PUBLICACIONES ANTERIORES EN EL GUARENGUE SOBRE ROGERIO VELÁSQUEZ MURILLO:
Lecturas de vacaciones. El día de La Ola En Tumaco y El milagro de San Buenaventura. 2 textos de Rogerio Velásquez. https://miguarengue.blogspot.com/2023/12/lecturas-de-vacaciones-el-dia-de-la-ola.html
Cuando la historia hace su agosto. Unas cuantas efemérides…»de la historia nuestra, caballero». https://miguarengue.blogspot.com/2023/08/cuando-la-historia-hace-su-agosto-unas.html
“Cantares de los tres ríos”. https://miguarengue.blogspot.com/2021/11/cantares-delos-tres-rios-rogerio.html
Quibdó 1960. https://miguarengue.blogspot.com/2021/06/quibdo-1960-por-rogerio-velasquez-asi.html
En sus propias palabras. https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/en-suspropias-palabras-rogerio.html
Recordando a Rogerio Velásquez. https://miguarengue.blogspot.com/2021/01/recordando-rogeriovelasquez-rogerio.html
Deberes de Chocoanidad. https://miguarengue.blogspot.com/2019/09/deberes-de-chocoanidad-crepusculo-de.html
Tras las huellas de la negredumbre. https://miguarengue.blogspot.com/2019/09/tras-las-huellas-de-la-negredumbre.html
Efemérides. https://miguarengue.blogspot.com/2019/08/efemerides-crepusculo-en-quibdo.html