¿Estamos los colombianos dispuestos y en condiciones de construir país, de aportar a la causa común?
Por: Haidy Sánchez Mattsson, Psicóloga chocoana residente en Suecia.
Indudablemente muchos colombianos se la jugaron en las recientes elecciones presidenciales para tratar de lograr conseguir su “píldora de la felicidad”, una píldora que, en un país como el nuestro, ahora prácticamente vislumbra la posibilidad de alcanzar una “tabla de salvación” esquiva y lejana, pero necesaria.
En estos tiempos en que la sociedad colombiana vive momentos complejos de diferentes índoles, que además está polarizada, con hambre, odios, escándalos, miedos, corrupción, debilitada y desgastada, muchos fueron los colombianos que vieron en un relevo presidencial un nuevo comienzo, ganara el que ganara.
Hacer visible la realidad de los invisibles, mitigar el hambre y la pobreza, darle participación al pueblo, construir una Colombia diversa, incluyente, económicamente sólida y en dirección al desarrollo. Esto ha sido lo que la gran mayoría de colombianos han estado anhelando y por lo que se han mantenido expectantes. En pocas palabras, se ha estado esperando desesperadamente el renacimiento de la esperanza.
Pero siendo realistas sabemos que sólo con esperanza y con buena gestión del gobierno nacional no es suficiente para cambiar un país tan desigual, violento y con tanto odio, como lastimosamente lo es Colombia actualmente.
El cambio, la justicia social y la anticorrupción no son cosas solamente del presidente y su gabinete de gobierno. No, en esto tienen igual de responsabilidad los mandatarios territoriales, municipales y cada ciudadano que habite en el territorio colombiano, pues el aporte de cada uno es lo que construye país. Obviamente, esa construcción es dependiente de un presidente responsable, con liderazgo y conexión con su pueblo.
Con una mentalidad constructivista y colectivista es posible construir un modelo de Estado de bienestar sostenible y de un alto nivel de solidaridad social y responsabilidad pública.
Entonces, si bien es cierto que en Colombia se está escribiendo una nueva historia y que las expectativas son enormes a nivel económico, ambiental y social, también es cierto que toda la sociedad tiene un reto descomunal porque, así como los candidatos presidenciales se dedicaron a tratar de convencer al pueblo colombiano de la gran necesidad de cambios profundos para llevar el país al desarrollo si ellos ganaban, también sabemos que el pueblo está a la espera de que los cambios se den y ya. Pero ¿estamos los colombianos dispuestos y en condiciones de construir nación, de aportar a los pilares fundamentales para que este cambio se dé y, de esa forma, poder transformar al país para que todos los colombianos mejoremos la calidad de vida? El tiempo lo mostrará.
Amerita recordar que la historia de la gran mayoría de sociedades democráticas, vanguardistas, desarrolladas y ricas del mundo nos han demostrado que no es solamente el estado el que nutre y da, ni que los ciudadanos solo reciben sin retribuir, sino que se trata de dar y recibir, recibir y aportar. Esto es un trabajo conjunto, bilateral.
Me alejo un poco de este hilo y tomo otro para poner un ejemplo que espero nos ayude a reflexionar un poco más sobre lo que también es necesario para acercarnos a nuestros anhelos de patria.
Yo por tener el privilegio de vivir y conocer otra cultura, en este caso específico, la sueca, realzo aquí el modelo social de Suecia, en el que exitosamente se logra brindar a sus ciudadanos uno de los más altos niveles de igualdad del mundo. También debo recordar que Suecia hace un poco más de 100 años era un país pobre, la gente moria de hambre y de enfermedades en medio de un clima muy frío que no permite la variedad en la agricultura ni la pesca. Sin embargo, a principios del siglo XX, la gente se unió para tratar de cambiar la sociedad, los movimientos populares se fortalecieron y el país se industrializó. Además, los valores culturales, en los que el individualismo no va por encima del bienestar colectivo, el igualitarismo y la cooperación se convirtieron en la base para la construcción de la sociedad. Esto contribuyó notablemente a que de la pobreza se pasara a la riqueza.
Es muy interesante que exista una ley no escrita que caracteriza al país y, además, a Escandinavia: “Ley de Jante”, que se refiere a la idea de que todos son iguales en la sociedad y que, por lo tanto, nadie debe creerse mejor que los demás, así la persona sepa más que los otros. Esta ley, en gran medida, ha aportado al mejoramiento de las condiciones de vida de los suecos y ha hecho que Suecia se convirtiera en un país democrático y de los más ricos y desarrollados del mundo.
Entonces, retomo el hilo, ¿estaremos preparados los colombianos para pagar altos impuestos, por ejemplo 33 por ciento mensuales si se es psicólogo o 66 por ciento si se es médico, para que esa plata se invierta en seguridad de salud, medicina general, especializada y gratuita, odontología básica y especializada gratuita hasta los 21 años de edad, educación primaria, básica, superior, posgrados y doctorados gratuitos y, además, en desarrollo urbanístico y de infraestructura, como se hace en Suecia?
Lo dudo, pero lo que no dudo es que algunos sí están preparados para exigir y esperar del estado. El estar mentalizados o no para pagar impuestos y aportar desde lo que tenemos va de la mano con la confianza que se tenga al Gobierno. Si se vive en un país en donde se le da mal manejo a la plata de los impuestos y al erario público, ¿quién quiere pagar de su sueldo para enriquecer a los más “vivos”? ¡Nadie!
Yo pienso que lo bueno de los modelos que otras sociedades crean y desarrollan es que nos permiten reflexionar, nos dan perspectivas de vida y nos llevan a soñar y a trabajar por nuestros sueños.
Puesto que los cambios ameritan una responsabilidad compartida y el gran reto es el cambio de mentalidad, con una mentalidad constructivista y colectivista es posible construir un modelo de Estado de bienestar sostenible y de un alto nivel de solidaridad social y responsabilidad pública. Así pues, recordemos que para el cambio y la transformación todos estamos llamados a participar y a contribuir al mismo.
¡Esto no es cosa sola y exclusivamente del presidente electo y de su equipo de gobierno, pero ellos sí deben ser serios y respetar al erario público y a los colombianos!