
El obispo de Quibdó, Juan Carlos Barreto, dice que “en el Chocó hay centenares de menores de edad reclutados, junto a otras afectaciones como amenazas a líderes y la comunidad, lo mismo que el confinamiento”.
La afirmación la hizo junto a los otros cuatro obispos del litoral Pacífico, que expresaron su preocupación por el incremento de la violencia en sus territorios. Reclutamiento de menores, desplazamientos y guerra por el narcotráfico, tienen sitiadas las comunidades.
“Se conjugan el abandono estatal, la corrupción por parte de algunos administradores regionales y el tema de la acción delincuencial de diferentes grupos armados que aparecen en los territorios”, dice monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó, al hacer un detallado análisis sobre los males que aquejan a las poblaciones de su diócesis y, en general, del litoral Pacífico.
“Llevamos cerca de 150 asesinatos en Tumaco y la costa. La situación social sigue siendo muy compleja. Tenemos incremento de enfrentamientos de grupos armados al margen de la ley”, agrega el obispo de Tumaco, monseñor Orlando Olave.
Y el obispo de Istmina y Tadó, en el Chocó, monseñor Darío de Jesús Álvarez se queja de que “cada vez constatamos que Colombia es más territorio que Estado”.
El vicario apostólico del municipio caucano de Guapi, monseñor Carlos Alberto Correa, afimra que “sí hay una gran preocupación por el reclutamiento de niños, que se agrava con la desescolarización de los jóvenes, quienes se vuelven objetivo de los grupos armados ilegales”.
“El reclutamiento de menores entra en la línea, dolorosamente constatable, de lo normal para nuestras comunidades tan abandonadas, tan sin Gobierno nacional”, sentencia monseñor Darío Álvarez mientras el obispo de Buenaventura, monseñor Rubén Darío Jaramillo afirma que a ese puerto, que es entrada a Colombia y salida al mundo por el Pacífico, “está llegando una presencia muy fuerte de la guerrilla del ELN desde el Chocó, se están desplazando porque hay intereses de tomarse esta zona”.
Con esta dura realidad de violencia y abandono que viven sus comunidades, los obispos aseguran que en el Pacífico la gente les teme más a las balas que al coronavirus. Sobre todo, por la disputa que sostienen los carteles de la droga, incluido el mexicano de Sinaloa, por el control del negocio del narcotráfico.