Tomado de Pacífico soy yo
Se dice que en Ichó vivían dos compadres brujos que, a primera oportunidad, trataban de competir en conocimientos.
Uno se transformaba en gallina y otro en pavo; uno en tortuga y el otro en perro, y así sucesivamente.
El escenario de sus alardes y demostraciones era el tramo de la carretera Quibdo – Tutunendo.
Una vez uno de los compadres se encontró, a mitad del camino, una curiosa tortuga; la recogió y se la echó al hombro, pero a medida que avanzaba observaba que aquella crecía en tamaño…
y, obviamente, en peso, hasta que no pudiendo soportarla más la arrojó al suelo.
Cuál no sería su sorpresa al verla transformada en su compadre rival, quien socarronamente atinó a decirle:
-“Gracias, compadre por cargarme; hoy tenía pereza de caminar”
Y desapareció misteriosamente para esperarlo en Tutunendo, muerto de risa.
Al compadre no le gustó el juego y juró vengarse de alguna manera. Fue así como otro día se fue de caza por las cercanías del Ichó, cuando a pocos metros de distancia se encontró de frente a un tigre descomunal con apariencia humana.
El animal se le plantó en actitud de ataque y se lanzó para devorarlo, pero el compadre se defendió con la misma habilidad del felino.
-“Este es mi compadre”, se dijo para sus adentros,
Y sin pérdida de tiempo rezó el credo al revés, oración apropiada para hacerlo inofensivo y para que no recuperará su estado antropomorfo. Y así fue.
El compadre se quedó definitivamente transformado en tigre y se dedicó a arrasar porquerizas y gallineros, devorar vacas y acabar con cuanto animal doméstico encontraba a su paso.
El Mohán había sembrado el pánico en el pueblo de Ichó; pues al final de recorrido atacaba indiscriminadamente a niños, jóvenes y adultos.
Fue, entonces cuando el señor Marcial Gamboa, veterano de la Guerra de los Mil Días, viejo conocedor de la región y sus misterios, preparó su rifle con dos balas en cruz y se dedicó al acecho de la bestia.
Al avistarla bastó con dispararle una sola carga para que, herida mortalmente, lanzando mugidos estruendosos, se estrelló aparatosamente contra los árboles y la maleza de la selva, como si se tratara de una operación exterminio de la naturaleza.