Por el Ing. Jorge Enrique Mena Romaña y el Lic. Francisco Aurelio Mena Rodríguez
¿El Medio Ambiente a costa de la población chocoana…?
Llama la atención que las poquísimas obras que se realizan en el departamento de Choco son lentas, paquidérmicas parecidas a los denominados “elefantes blancos” que terminan en el olvido, hasta de los mismos chocoanos. Algunas de esas obras han quedado tan atrás en el tiempo y los intereses estatales, que desaparecieron. Tales son: las carreteras a) Cartago-Nòvita, b) La vía Quibdò-Turbo, iniciada y llevada hasta el corregimiento de Guayabal, y c) La Quibdò-Bahía Solano, que se quedó en las riberas del río Munguidó, hasta los años 80s hubo un buldócer “D – 6” amarillo, abandonado a orillas del Suruco. Estas vías ya se encontraban en el Plan Vial Nacional desde 1928 según el Minobras, (ahora INVÌAS), dirigido por el doctor Hernán Bells Peralta en el gobierno del doctor Belisario Betancur Cuartas (qepd).
La pavimentación de la carretera Medellín – Quibdò, es otra de las obras que pueden servir como evidencia; desde el primer gobierno del expresidente Uribe Vélez, se encuentra en proceso de pavimentación y aún tiene tramos horribles, que muestran lo que fue denominado como “la trocha” Medellín-Quibdó.
Por el trato inequitativo que recibe, el pueblo chocoano, no parece pertenecer al estado colombiano, a pesar de la impagable deuda que tiene el mundo entero con negros e indígenas; tal parece que, los más de 400 años de esclavización, el cuidado al medio ambiente y los recursos naturales, hayan sido olvidados. Ah, pero si tengan que soportar el salvajismo y la demencia de los grupos económicos y al margen de la ley que recorren a su antojo la propiedad colectiva, sin respeto alguno por las culturas y su administración autónoma del territorio.
Hay otro botón de muestra, es el puerto de Tribugá, que viene enamorando a los chocoanos desde 1953 en que se inició a hablar de esa obra, que aún ni siquiera se inicia. Las dilaciones entran en el modus operandi de las obras para el Chocó, y ahora, han inventado una nueva estrategia disuasiva: debatir si SI o NO es conveniente el puerto para los chocoanos, que muy poco o nada tienen construido por el mezquino Estado colombiano, sin que se realice obra social alguna para que los propietarios de ese territorio tengan “vela en ese entierro” aunque, constitucionalmente, al proceso de Consulta Previa ante los Consejos Comunitarios y Resguardos Indígenas sea obligación rigurosa. A la par, existe la Sociedad Arquímedes, en la cual la chocoanidad ya está siendo tratada con desproporción e invisibilidad.
Al revisar la intención del puerto preocupa que, justamente las zonas y territorios chocoanos, por donde deberían pasar las vías terrestres que complementarían la obra, se encuentren al arbitrio de los grupos al margen de la ley unos, y otros en disputa por empresarios que pretenden parte de un municipio.
Que el reciente fallo de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, sea la oportunidad para corregir, el proceso y equilibrar las cargas para que los chocoanos salgan beneficiados y no cargando un nuevo peso de inequidad en este país.
Quibdó, octubre/2020.