
Por Neftalí Rengifo Yurgaqui
“Para que suene, truene y retruene en la conciencia colectiva”. Con esta consigna recibí por cortesía del Dr. Ricardo Mena Mena, con quien comparto su preocupación por la suerte de nuestro terruño chocoano, la siguiente joya histórica y literaria de autoría del maestro de las letras Miguel A. Caicedo Mena, la cual fue a su vez, en posterior momento, fiel alocución de Jesús A. Lozano Asprilla en su calidad de primer presidente de la Academia de Historia del Chocó, durante un homenaje al vate chocoano.
Miguel A. Caicedo, de trayectoria ampliamente conocida en el Chocó, fue uno de los fundadores de la Universidad Tecnológica del Chocó ‘Diego Luis Córdoba’ y mantuvo su actividad académica y cultural en la institución desde la dirección de su primer rector, ‘Chucho Lozano’, hasta cuando la siguiente administración consideró que su actividad docente no encajaba dentro de la nueva política institucional de exigencia para la cátedra universitaria tradicional.
El documento que se reproduce a continuación, además de su valor histórico y literario, con las necesarias actualizaciones que hay que hacer para su lectura, sigue vigente en su esencia como un vehemente llamado a la juventud, sobre todo a la capacitada intelectualmente, a que asuma su responsabilidad generacional para el cambio, dejando atrás tanta politiquería malsana, la corrupción, el odio, el egoísmo, el tedio, la desidia, el canibalismo endógeno, el afán por el dinero fácil a cualquier costo y otras taras de acentuado arraigo colectivo que nos tienen en “la inmunda” y en un desgreño administrativo y social que no nos deja progresar.
El maestro Miguel A. Caicedo Mena se adelantó, en el Chocó, al inmolado humorista sociopolítico Jaime Garzón en Colombia, cuando este último advirtió con palabras para nunca olvidar: “si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselos”.
La siguiente alocución, rememorando la joya aludida, fue el homenaje póstumo que el doctor Jesús Antonio Lozano Asprilla rindió a su distinguido maestro Miguel A. Caicedo Mena, uno de los pilares de la educación en el Chocó. A esto se le suma enseguida la pieza literaria “Alborada Chocoana”, de Javier Medellín Carmona:
“Discurso pronunciado por el licenciado Miguel A. Caicedo Mena, ante la comunidad del Colegio Gimnasio Anexo a la Universidad Tecnológica del Chocó ‘Diego Luis Córdoba’ con motivo de los 40 años del Departamento, el 4 de noviembre de 1987.
Señoras y señores:
Por una Comisión Especial que me asignó la Academia de Historia del Chocó, en cumplimiento del ciclo de conferencias auspiciado por el Banco de la República para conmemorar los 40 años de vida departamental de nuestra región, me presento ante ustedes con una complacencia excepcional, porque en estos momentos, cuando parece que renace la esperanza de Ia relación tan anhelada, nada puede ser tan benéfico como entregar a nuestra juventud el fruto de nuestras experiencias. Tuve oportunidad de escuchar ayer las maravillosas intervenciones de elementos muy destacados de nuestra intelectualidad, y llegué a la conclusión que era necesario entregarles estas aclaraciones:
Comienzo por hacerles saber que la vida administrativa del Chocó, fue organizada por Real Cédula del 26 de septiembre de 1726. Esto es que nuestra tierra comenzó a figurar como sección colombiana hace 261 años. (hoy 278) años. Después del Congreso de Angostura, más exactamente, a partir del 17 de diciembre de 1819, la región quedó dependiendo directamente de Bogotá. Posteriormente fue enviado el coronel cartagenero Nicolás Gamboa y Valencia, como observador y de acuerdo con su informe, el libertador nombró al coronel José María Camacho, primer gobernador y jefe militar de la comarca. Esto sucedió también en 1819. Fue esa la primera ocasión de vida departamental de nuestra región.
La ley 8a. de 1821 dividió el país en siete departamentos y uno de ellos era el Chocó, como integrante del Estado Soberano del Cauca. El 25 de julio de 1824, la Nueva Granada fue dividida en doce departamentos y el Chocó siguió como tal, pero siempre dependiendo del Estado soberano del Cauca.
Por medio de la ley 17 de 1905 fue cedida al departamento de Antioquia una parte de la banda oriental del Bajo Atrato, se inició así la desintegración de la región. Y mientras la aristocracia se dedicaba exclusivamente a la explotación del negro minero, a pesar de las protestas del Cauca, el Chocó fue perdiendo las tierras muy aptas para la agricultura y la ganadería.
Antioquia, que desde el comienzo del siglo XVll se había propuesto un plan de anexión y ampliación, encontró el camino para realizar aquella ambición de que nos habla el doctor Roberto Luís Jaramillo, en su artículo publicado en la página 144 del No.14 de la revista «Historia de Antioquia”, y el Chocó se vio despojado de las prósperas tierras de Necoclí, Apía, Frontino, Urrao, Pueblo Rico y Santa Cecilia, entre otras.
Por Decreto Ejecutivo 1347 del 5 de noviembre de 1906 se dispuso la separación del departamento del Chocó del Estado Soberano del Cauca; pero a falta de elementos preparados para la administración y otras causas como la difícil comunicación, se le rebajó posteriormente a la categoría de intendencia.
Se realizó un nuevo intento y en 1908 se le elevó de nuevo a departamento; pero las circunstancias no habían cambiado. Las condiciones sociales, mejor dicho el imperio de la hegemonía aristocrática, no permitía la participación del pueblo en la administración; además, el ambiente era muy hostil porque se acababa de cometer el asesinato de Manuel Saturio Valencia, en 1907. Por todo esto, un año después, es decir, en 1909, se le redujo otra vez a su
condición de intendencia.
La situación social siguió siendo la misma, hasta que comenzó la actuación de la generación del 30 y tomaron la vocería del pueblo, destacados elementos como DIEGO LUIS CÓRDOBA, FRANCISCO JOSÉ CAICEDO ORTIZ, SAULO SÁNCHEZ CÓRDOBA, MARCOS MATURANA MARTÍNEZ, NICOLÁS ROJAS MENA, RAMIRO ÁLVAREZ CUESTA, VICENTE BARRIOS FERRER, EMILIO MELUK, SALOMÓN SALAZAR y otros.
Ellos fueron quienes tomaron las riendas de la popularidad chocoana y al fuego de su juventud derribaron las sombras del pasado e izaron la bandera de los derechos humanos y, con el estandarte de la reivindicación como insignia, organizaron el primer Comité de Acción Democrática que tanto logró en beneficio de la comunidad. Ellos fueron los primeros en demostrar acá, que la juventud apoyada en la experiencia, es la llamada a efectuar los cambios que la sociedad necesita. Hemos tenido muchos testimonios de ello. Bástenos recordar el Movimiento Cívico que en 1954 impidió la desmembración del Chocó. En esa oportunidad comprobamos que cuando nos unimos, somos capaces de realizar muchas cosas prodigiosas.
Cuando nos preguntamos por qué el Chocó se ha quedado tan atrás del progreso nacional, la respuesta salta inmediatamente en forma cristalina: «es que la juventud ha sido inferior a su destino», se ha diluido en prácticas contraproducentes y se ha entregado a la acción amodorrante de esa secuela que infundió en el espíritu el recrudecimiento de una politiquería determinada
por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948.
El año de 1950, se convirtió en ese agitado mar de las pasiones en el que naufragó el impulso que había dado a la chocoanidad la generación del 30. La ambición de reivindicación se agotó y el espíritu chocoanista se durmió al
veneno de la indiferencia. Razón tuvo Julio Ramos a exhortarnos al decirnos: «CHOCOANOS DESPERTEMOS».
En verdad ya es hora de despertar. La juventud se ha declarado capacitada y contamos con un Comité Cívico de Acción vigilante de los intereses de la comunidad. Ya vimos como alcanzó la atención del gobierno nacional con el paro del 26 de mayo de 1987.
JUVENTUD CHOCOANA:
Es el momento para revivir ese impulso benéfico que dieron a la chocoanidad los esforzados elementos de la generación del 30. Salíos de ese mar de rencores que nos lleva a vivir en la misma forma en que vivieron nuestros
tatarabuelos. Abandonad la ruta del odio, aprovechad las sabias lecciones de los acontecimientos históricos. Recordad que cuando la juventud se organiza y planifica o se traza metas, demuestra ampliamente que “el pueblo es soberano».
Emprended la campaña de la unión, sin olvidar que solo unidos venceremos, como hemos comprobado en varias ocasiones.
Son necesarios Ia renovación de principios y los cambios fundamentales. De nada sirve estar hablando de cambios si seguimos con los mismos sistemas.
Esto es justamente lo que aconsejaba don Luis Eduardo Nieto Caballero, en sus “Palabras a la juventud». Todo cambio debe estar orientado hacia el progreso. Lo que no progresa, se estanca, y el estancamiento es de marcada tendencia al retroceso.
Precisamente, esto es lo que nos está perjudicando y nos tiene en el último lugar del concierto nacional.
Organizaos, planead, ejecutad, a fin de que no sigamos perdiendo los derechos territoriales y humanos. Apartaos de la senda del odio, el rencor, la envidia, la incomprensión y el egoísmo, a fin de que viváis vuestra propia vida y no la de los antepasados, lo cual ha sido el factor determinante de este atraso de 161 años.
Tratad de hacer la vida menos vana, para que logréis vuestro bien y el de las futuras generaciones y disfrutéis de un Chocó digno de este despertar de la conciencia y este renacer de la esperanza, en el que brillen como astros de la felicidad y pureza de sentimientos, el amor, la paz, la comprensión y la cordialidad.
Así podremos mañana ostentar con orgullo el nombre de chocoanos ante Colombia y e! mundo.
Dije. MIGUEL A. CAICEDO MENA, Quibdó, 4 de noviembre de 1987
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Alborada Chocoana
De: Javier Medellín Carmona, poeta, declamador y escritor antioqueño. Hombre cívico, ayudó a impulsar la radio en el departamento del Chocó en 1982, y gestor de eventos culturales.
Quiero un Chocó que no le choque a nadie
Quiero el día emergiendo de la oscuridad
Y enjoyar con oro y platino
Las veinticuatro horas chocoanas
No quiero ríos dormidos de noche y de día
Quiero un despertar con madrugadas de mineros
No quiero golondrinas que vuelen hacia el norte
Ni que del norte vengan hombres golondrinas
No quiero un Chocó arrodillando su futuro
Quiero un porvenir sin dobleces egoístas
No quiero la cobarde oscuridad del delincuente
Quiero el orgullo humilde de un sol sin sombras
Que con sonrisa de marañón y mujer chocoana
Que en su cenit se detenga y nos alumbre a todos
No quiero océanos sin contacto con sus ríos
Quiero la dulce sal del canal de tu progreso
Quiero que se duerma la riqueza en tus entrañas
Quiero tus manos negras hundidas en la tierra
Extrayendo la bonanza y color de tu bandera
No quiero el canicular de tu pasado
Quiero un aguacero chocoano refrescando tu futuro
No quiero de la indiferencia su insípido dolor
Ni quiero pueblos muriéndose de sed
En las paradisíacas riberas de quinientos ríos
Quiero un borojó cantándole al mundo su sabor
Quiero un platino alegrando el espíritu de todos
En el brindis sin freno de su honestidad
Quiero al Atlántico y el Pacífico como gemelos
Unidos por el ombligo progresista de sus ríos
No quiero la vanidad y la soberbia con títulos
Que por encima del hombro miran tu progreso
Quiero un flechazo de la humanidad de un cholo
Que con su canasto a espaldas busca un libro
Para escribir su historia… sin futuro
Quiero un Citará que sin miedo denuncie la injusticia
Y también ante él los tiranos, oportunistas y cobardes.
No quiero tubos convertidos en floreros
No quiero lagos convertidos en calles quibdoseñas
Pregonando epidemias y el agónico grito de los niños.
No quiero chocoanos caminando sin saber dónde vivir
Por selvas sin caminos, buscando carreteras
Pavimentadas de promesas que nunca cumplirán.
Quiero vuelos sin jaulas de aves que buscan
Las trochas de las nubes para encontrar un árbol
Dónde formar su hogar.
No quiero el orgullo de la tierra
del que vive cómodamente allá y nunca viene acá
no quiero egoísmo en cuñas del mísero tronco
quiero sembrar árboles cuyo fruto alimente
civismo, estudio, trabajo, arte y deporte.
No quiero gente que se avergüence de su ancestro
ni el que deje una madre llorando y un hijo diciendo papá
no quiero la negligencia gestando más incendios
ni casas endebles anunciando una desgracia.
No quiero más obras inconclusas por culpa del serrucho
quiero la lámpara de Diógenes iluminándole el camino
que se espera recorra una honrada administración,
quiero estudiantes con disciplina de jardinero
cultivando la flor futura de un buen profesional.
Quiero profesores que se empeñen en esto y mucho más
porque la ignorancia termina donde empiezan las aulas del:
Kinder, la escuela, el colegio y la universidad,
Que florezca en todos el deseo de aprender y alfabetizar.
Quiero que tus costas se preñen de turistas
Que se lleven el cariño y deseo de volver
Que no le falten el sonreír de oro, damagua y cabecinegro
Que pregonen por el mundo que Colombia tiene paraíso
Que es una perla morena y se llama Chocó.
Quiero en cada chocoano un fiscal con alma de bandera
Que nunca se incline ante la adversidad.
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Cortesía de Jesús A. Llozano Asprilla
Amante del Chocó y de su pueblo
Por el que quisiera morir varias veces
Si con ello dicho pueblo encuentra su liberación.