
Desde mi niñez mis humildes padres, un músico y una empleada del servicio (cocinera en el convento de los curas claretianos de Quibdó), me enseñaron los buenos modales y valores: honradez y respeto por la cosa pública. Y sobre todos si representamos a nuestra comunidad.
En el caso del Chocó sus gobernantes se han dedicado a saquear al departamento de la manera más asquerosa. Los recursos de regalías se pierden y no pasa nada. Los proyectos de Inversión se radican, se reciben los dineros y se pierden. Los planes de desarrollo no se cumplen. Padecemos todos estos desmanes y no pasa nada en un departamento donde existen tantas veeduría e ías.
¡Qué paradoja! La fiscalía, la procuraduría, la contraloría, los jueces, fiscales, magistrados, todo el orden jurídico y en el desafortunado departamento del Chocó no operan o funcionan.
Los altos funcionarios no tienen control alguno, se dedican a saquear al departamento, para luego andar los ex funcionarios pavoneándose en el pueblo y otras ciudades ufanándose de ricos; carros de última gana con vidrios polarizados; fincas en la región cafetera; casas y mansiones por todo lado y los testaferros manejándole los bienes..
Todo el pueblo chocoano lo sabe y no pasará nada. Señores jueces y fiscales, el Chocó se muere por los corruptos. ¿Qué hacen la fiscalía, el procurador y el contralor?
Ya los funcionarios en el nuestro querido Chocó no se eligen por conocimiento, capacidad y honradez, sino por plata mal habida para comprar votos y poder elegir deshonestos y corruptos.
¿Qué dirán desde sus tumbas Diego Luis Córdoba, Ramón Lozano Garcés, Manuel Mosquera Garcés, Leopoldino Machado, Isaac Sánchez Palau o Aureliano Perea Aluma? Eran políticos aguerridos pero ejemplo de honestidad; siempre pensaron en el bienestar del departamento del Chocó.
No como esta nueva generación de políticos corruptos, gobernadores, alcaldes y jueces corruptos que deben algún día pagar y ser juzgados.