Por Paula Moreno, Ex Ministra de Cultura de Colombia. Presidente de Manos Visibles.
¿Qué le quedó al Chocó? Las fotos y las horas de espera, pero nada concreto, ni paz ni equidad.
Para mí, uno de los actos más violentos que existen es no llegar a una cita o dejar a las personas esperando por horas. Más aún cuando se ha generado la expectativa de que algo va a cambiar. Sin embargo, al final, prometiendo que va a llegar temprano, que va a tener tiempo y que es una prioridad, otra vez, como lo ha hecho todo el mundo, llega tarde y sin nada.
Eso ocurrió el 4 de enero, cuando el Presidente prácticamente no llegó (llegó tarde) al evento programado en Istmina. Un líder local me expresaba su decepción: otra vez vienen a pronunciar discursos (cualquier cosa), hacer gestos simbólicos, gastar plata en logística y, al final, nada. ¿Qué le quedó al Chocó? Las fotos y las horas de espera, pero nada concreto, ni paz ni equidad.
Hace pocos días, el Museo-Centro de Memoria Muntú Bantú, en Quibdó, anunció que cierra por amenazas. Muntú Bantú hace referencia a esa región sagrada africana y al bantú, que significa ‘ser humano que trasciende’, que desde la ancestralidad desafía el futuro. Es el único y más importante centro de memoria afro del país, construido por un quijote, Sergio Mosquera.
Es el historiador más importante del Pacífico, quien ahorró, lo creó y lo ha mantenido por una década sin un apoyo significativo del Estado o la Cooperación.
El profesor Mosquera ha tenido la convicción de que Quibdó, el Chocó y el Pacífico son una pequeña África y que merecían un espacio que mostrara la potencia de nuestra identidad transnacional.
Muntú Bantú son tres pisos llenos de referentes, en los que Sergio ha reconstruido, junto con su equipo, la historia de esa Colombia negra y de esa diáspora africana en el mundo que representa a más de 1.500 millones de personas. Para mí es un ritual visitar Muntú Bantú. Es el único sitio que me inspira para hablar de equidad racial en Colombia. Es muy grave que cierre por amenazas. Peor aún, que ninguna autoridad ni a nivel local o nacional haga nada.
Cada semana son más las empresas, los líderes e iniciativas extorsionadas que no encuentran otro camino que irse ante una criminalidad que no da tregua, sino que va aumentando su nivel de presión con petardos hasta llegar a los asesinatos. ¿Qué paz vamos a tener, qué hambre vamos a combatir, qué equidad vamos a construir sin estas apuestas culturales territoriales?
Una situación similar enfrenta la Casa de la Memoria de Tumaco por falta de recursos, y en muchos lugares en el Pacífico. Ese es solo un ejemplo de lo necesaria que era una visita para analizar con tiempo los desafíos, conocer una agenda de gobierno con inversiones, cronogramas y comenzar a ejecutar.
Es muy importante que estemos en sintonía y seamos solidarios con lo que acontece en el mundo, que nos anticipa un 2023 desconcertante. En particular, mi profunda solidaridad con el presidente Lula, con ese Brasil que ha sido mi casa tantos años y que se enfrenta a uno de sus momentos históricos más desafiantes.
Sin embargo, creo que necesitamos un gobierno que con la misma vehemencia se apropie de lo local, que pase de los discursos o los temas filosóficos a acciones sistemáticas con un nivel de gerencia que responda a las emergencias que vive el país. El poder es para plantear e implementar con celeridad soluciones medibles y visibles, mucho más en un Pacífico y un Chocó que votaron masivamente y no merecen que los gobiernos sigan llegando tarde y sin nada, menos cuando en campaña prometieron llegar temprano.
Nota. Es fundamental anticiparse a los paros cívicos que se anunciaron después del desplante.