La mayoría de los afluentes de la zona baja del río Atrato están obstruidos en grandes trayectos por gigantescas palizadas. Su remoción requiere maquinaria pesada.
El río Truandó tiene más de 600 metros de palizada que impiden la navegabilidad en la parte alta de la comunidad La Nueva. Igual ocurre en el río Chintadó.