Cómo aprendí a escribir. Autor: Cesar Enrique Rivas Lara

Comentarios de Neftalí Rengifo Yurgaqui
Recibí complacido un valioso obsequio representado en el libro «Cómo aprendí a escribir», subtitulado «una experiencia para compartir»; de parte del maestro de las letras Cesar E. Rivas Lara, llamado cariñosamente como El Monsieur, y también El Mesié, quien no necesita de mi presentación por su amplia trayectoria y ejemplo de vida, orgullo de los chocoanos y, por el contrario, soy yo quien se honra de su prestigio cuando comento algo de su producción, que de ninguna manera pretende ser crítica literaria, la que no está al alcance de mis conocimientos.
Este, su libro número 33, fue editado y publicado en el 2023 en Quibdó por la Editorial UTCH, con la colaboración de ilustres integrantes de la Universidad Tecnológica del Chocó «Diego Luís Córdoba», constituyéndose en una muestra más de las cosas buenas que realiza el Alma Mater de los chocoanos cuando se trabaja responsablemente en equipo, con entusiasmo y amor por su institución.
Muy bueno sería que se publicara con gran alcance el libro Reseña Histórica de la Universidad Tecnológica del Chocó «Diego Luís Córdoba», del mismo autor, quien cedió sus derechos a la Universidad en el año 2018 para que el libro fuera difundido en todos los establecimientos educativos y culturales del Chocó, tarea que hace falta realizar a fin que los estudiantes y demás chocoanos conozcan el verdadero origen de su universidad y no sigan confundidos otorgándole erróneamente el título de fundador al homenajeado; confusión que es propiciada y aprovechada por un grupo político para obtener réditos politiqueros, dando a entender que la universidad le pertenece por haber derivado su nombre del apellido del homenajeado. Por lo menos debiera editarse un folleto con el resumen de su verdadero origen, unido al reglamento o manual de convivencia con información trascendente para conocimiento de todos los estudiantes.
Leí con avidez el libro “Como aprendí a escribir” de El Mesié Rivas Lara y a medida que avanzaba en sus páginas encontraba mayor valor a sus enseñanzas y a sus palabras escritas con lenguaje sencillo y ameno que contagia de su entusiasmo a cualquier lector y, con más razón, a quienes osamos plasmar en el papel nuestras inquietudes y preocupaciones sin ser doctos en literatura. Además de su valor didáctico para una escritura responsable, pude conocer algo más de su cosecha literaria cuando hace alusión a algunas de sus obras y transcribe apartes de ellas como ejemplos para mayor comprensión en su didáctica. Su temática en contra de la corrupción, la desidia de los dirigentes y el desgreño administrativo de nuestra patria chica y también de la grande, coincide con mis preocupaciones a veces narradas en un diálogo sarcástico y crítica sociopolítica de mis dos personajes ficticios bautizados como Inocencio & Cándido; lo que me convence en que nos identificamos en algunos escritos, más de lo que yo intuía.
Confieso que por descuido, no tengo la fortuna de conocer la mayor parte de sus obras. Sus ejemplos que con temas variados ilustran sus enseñanzas en géneros como el cuento, la novela, la poesía, el ensayo, la narrativa, y demás figuras literarias con sus variaciones, nos permiten saborear parte de su producción. No he dejado de pensar en su cuento » Triste navidad» que me sumergió tanto en el relato, que en su desenlace me sorprendió la humedad en mis ojos y así permanecieron por largo rato después de concluir su lectura. La magia de su pluma, reflejo de un alma noble como la suya, conmueve a cualquier espíritu por distraído que se encuentre.
Constato de que hay autores que sí conocen su obra con mayor lucidez y profundidad, tanto, que han escrito libros sobre ella, la que a su vez ha sido tema de tesis de grado de especializaciones y doctorados, por ello me apoyo en algunos de sus escritos, citados en el mismo libro, para mayor precisión de lo que deseo expresar; y también, para que los lectores de esta columna compartan conmigo alguna noción del libro que nos ocupa, para que los motive a leerlo a posteriori, bebiendo de su fuente primaria:
-Del escritor Julio César Uribe Hermosillo, destaco en la página 71 del libro, lo siguiente: “El maestro César E, Rivas Lara, conocido durante más de media vida como El Mesié es, junto a Miguel A. Caicedo Mena el escritor chocoano más prolífico en la historia regional y nacional; una historia de la cual, por vocación y compromiso, decidió ser notario escribano. Por vocación, porque para El Mesié escribir es como respirar. A través de su olfato respira su cuerpo y a través de la escritura respira su alma. Desde su primera juventud, cuando estudiaba Filología e Idiomas en la Universidad Libre, en Bogotá, supo que escribir era el más grande de los servicios que podía prestar a la causa cultural de su tierra chocoana, a la orilla de cuyo Atrato inmenso nació un sábado 30 de noviembre de 1946…”
-Del Escritor y ex ministro Otto Morales Benítez, (Qepd; uno de los autores colombianos más prolíficos) destaco de la página 74 del libro, lo que sigue, referido al prólogo del libro “Testimonio de Ramón Lozano Garcés”: “La obra de Cesar E. Rivas Lara se orienta a servir al Chocó, a promulgar sus posibilidades, a contar sus realizaciones y, cardinalmente, a encomiar su actividad intelectual y política; es decir, en hacer apreciable por los colombianos su aporte fecundo y cómo, a la vez, el país se ha sesgado por desconocerlo. Realmente enaltecedora es la misión que se ha impuesto y esperamos que se mantenga en vigilancia de las actitudes mentales y creadoras de sus paisanos…”
-Del licenciado en Idiomas de la UTCH, Fidel Antonio Bejarano, destaco en la página 78 del que nos ocupa, apartes de su libro Vida y obra de César E. Rivas Lara. “El Mesié”, un ícono insoslayable de la literatura, lo siguiente: “El Mesié es un escritor que, con el bolígrafo entre los dedos, plasma en sus escritos, desde lo más profundo de su alma, de manera magistral: novelas, cuentos, ensayos, poemas, relatos y biografías, dando a conocer en forma cardinal nuestra sociedad y su idiosincrasia, dejando, así, sus huellas estampadas en la arena literaria del saber para deleitar a los lectores con sus letras excelsas…”
Del licenciado y bibliotecólogo Luís Albero Mosquera Bonilla, destacoen la página 80 del libro, cuando se refiere a su obra Sabor de Patria, “Cesar E. Rivas Lara: Prócer Literario del Chocó”: “En las palabras introductorias, el autor escribe a manera de síntesis: “Este libro es otra más de las tantas justificaciones que pueden darse del por qué César E. Rivas Lara merece ser distinguido como “Prócer literario del Chocó”, siendo este escrito otro elemento que además de su vida, obra y trayectoria, sirve para validar la proclama que aquí se expresa…”
Con igual intención, dejaré que sea el mismo autor del libro, quien con mejor expresión que la mía, sea el que motive a los lectores sobre el propósito de su libro. Estos son algunos apartes de la introducción:
“Aprendí”, se dice cuando se ha adquirido un buen conocimiento acerca de algo, a través del estudio y la experiencia, los cuales habilitan al hombre con herramientas necesarias que le permiten ciertas habilidades y destrezas para hacer las cosas cada vez mejor, porque el aprendizaje sigue; es para toda la vida.
Para el estudioso, insaciable en su sed de conocimiento, el aprendizaje no tiene límites. Entre más sabe, más quiere aprender, desafortunadamente la arquitectura de nuestra mente no está diseñada para saber, entender, comprender y asimilar todas las enseñanzas de la naturaleza y de la vida. A ello contribuyen, desde luego –en mayor o menor grado– las barreras psicológicas que menguan nuestra capacidad de raciocinio y análisis y, por ende, nuestra visión objetiva del mundo. Pese a ello, el hombre sigue estudiando, investigando y aprendiendo.
Así las cosas, digo que aprendí a escribir escribiendo las cosas que quise y me propuse escribir, sin dejar de seguir estudiando y aprendiendo nuevas experiencias como fuente inagotable del saber. (…)
Todos los humanos somos proclives a cometer errores; lo importante es aceptarlos, aprovechar la ocasión y poner de nuestra parte para corregirlos. El que teme a los errores no aprende; por ello es necesario equivocarse, pues aprender de los errores es un acierto. Nadie nace aprendido; hasta el más grande experto fue un día un aprendiz. El conocimiento se adquiere a través de una pluralidad de procesos cognitivos que nos hace hombres cultos, integrales y útiles a la sociedad. (…)
Este libro es un reencuentro conmigo mismo y con la escritura, está dividido en cinco partes. En la primera parte cuento cómo me inicié en la poesía; en la segunda parte, aludo a la narrativa y la motivación que tuve para abordarla; en la tercera parte, me ocupo del ensayo, por medio del cual expreso libremente lo que pienso, la manera como veo e interpreto el mundo, invitando al lector a un análisis de los expuesto con claros argumentos planteados en torno a un tema significativo. La cuarta parte comprende trece textos cortos, a manera de resumen, que se refieren a temas coyunturales de la actividad escritural, los cuales además de servir de orientación y despejar algunas dudas, también responden a algunos interrogantes que, en un momento dado, pueden hacerse tanto el lector común como el interesado en los temas tratados.
Los textos escogidos para la ocasión, forman parte de una serie de escritos que compartí con mis estudiantes de posgrado, como docente que fui –por largos años- en cursos de especialización y maestría de “Comprensión y producción de textos” en la Universidad Tecnológica del Chocó; “Diego Luís Córdoba”; los he titulado: “Un viaje a través de la escritura”.
La quinta parte es un listado de consejos prácticos, apreciaciones, sugerencias y recomendaciones que me autoriza la experiencia de mi modesto recorrido por el universo de la escritura. Va dirigido a los amantes del arte literario; en particular, a escritores jóvenes, promesa de su generación, que necesitan nutrirse de algunos conocimientos básicos para moverse con más propiedad y acierto en el encuentro con el poder mágico de la palabra…”
En la contra carátula del libro, el autor destaca el siguiente mensaje: “Se aprende a escribir escribiendo, así como se aprende a trabajar trabajando, a enseñar enseñando; y así sucesivamente. Aprender a escribir es como aprender a realizar otra actividad. Es la metodología de “aprender por medio de hacer”; es decir, mediante la práctica orientada a la acción, en los errores y aciertos son la resultante de un ejercicio constante, como mejor camino para descubrir qué elementos funcionan y cuáles no, en donde cada quien es responsable de su conocimiento y aprendizaje.
El arte de escribir requiere vocación, gusto, disciplina, orden, disposición, entrega y perseverancia. Si se tienen en cuenta estos elementos, las posibilidades de aprender son grandes.
Personalmente puedo presumir con entusiasmo, que algo aprendí sobre escritura leyendo y transcribiendo apartes de esta magnífica obra pedagógica basada en la experiencia y sabiduría de uno de los grandes del Chocó. La recomiendo a estudiantes y amantes de la escritura y, por supuesto, de la lectura y la literatura en general.
¡Gracias Monsieur!