Por unanimidad el día de ayer, 3 de diciembre, la plenaria del Senado aprobó la ley que declara el día 2 de mayo como conmemorativo de las víctimas de Bojayá.
La iniciativa nació con el objetivo de rendir homenaje a las mujeres, hombres, abuelos, jóvenes, niñas y niños que fueron víctimas de la masacre en la comunidad de Bellavista, municipio de Bojayá, el 2 de mayo de 2002, así como a sus familiares y quienes residen en este municipio.
El proyecto busca impulsar la generación de conciencia colectiva en el país sobre los hechos atroces cometidos en el marco del conflicto armado en este municipio, promoviendo la creación, preservación y promoción de memoria colectiva y memoria histórica de las comunidades locales víctimas.
En medio de la sesión del Senado, la líder de Bojayá, Noency Mosquera le agradeció a los parlamentarios apoyar esta iniciativa y cantó una parte del himno de su pueblo chocoano.
La nueva ley garantizará los recursos necesarios para:
-Que la Radio Televisión Nacional de Colombia (RTVC) emita un documental sobre los hechos ocurridos en el municipio de Bellavista en concertación con la comunidad.
-Que el Gobierno Nacional realice acciones encaminadas a la recuperación del lugar de la memoria en Bellavista Viejo.
¿Qué pasó en Bojayá?
El 2 de mayo de 2002, guerrilleros de las Farc y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas se enfrentaron entre Vigía del Fuerte y Bellavista.
Allí, los paramilitares se escondieron detrás de la Iglesia y hacia las 11 de la mañana las Farc lanzaron contra ellos una pipeta de gas llena de metralla que cayó dentro de la parroquia, donde se refugiaban más de 300 personas.
El cilindro bomba rompió el techo de la iglesia, impactó contra el altar y estalló produciendo una gran devastación: en el suelo y hasta en los muros quedó la evidencia de los cuerpos desmembrados o totalmente deshechos. El enfrentamiento había empezado el 20 de abril y duró hasta el 7 de mayo.
En la masacre murieron 98 personas: 79 como víctimas directas en la explosión de la pipeta, de las cuales 48 eran menores de edad; otras 13 murieron en los hechos precedentes y posteriores al crimen cometido en la Iglesia de Bellavista y 6 personas que estuvieron expuestas a la explosión de la pipeta y murieron de cáncer en el transcurso de los ocho años siguientes.