Por Jorge Salgado
Con el Grito de Independencia del 20 de julio de 1810 se inició un portentoso movimiento revolucionario que, tras nueve años de protestas, movilizaciones y confrontaciones violentas, nos liberó de la oprobiosa dominación colonial del imperio español.
Romper las cadenas del infame régimen monárquico que subyugaba a la población y saqueaba los recursos naturales conllevó a la muerte por fusilamiento, en el cadalso, en las mazmorras o en los campos de batalla de miles de dirigentes, jóvenes, mujeres, campesinos, esclavos e indígenas incorporados al ejército libertador.
Pero ese 20 de julio había sido fecundado desde hacía más de un siglo por las rebeliones de indígenas y de esclavos, como la de Barule en 1728 en los entables de Mungarrá, por el movimiento comunero de 1781, por la iluminación de la Expedición Botánica del sabio Mutis, por los ecos libertarios de las revoluciones norteamericana y francesa, por la independencia de Haití, por las nuevas ideas científicas contra los dogmas religiosos.
Pocos días después, el 31 de agosto y el 27 de septiembre de 1810, la ola de este purificador huracán llegó al Chocó y germinó en las juntas patrióticas de Citará y de Nóvita. Contraviniendo la tradición del despotismo y el látigo de los tenientes gobernadores, se desarrollaron cabildos populares en estos dos pequeños asentamientos chocoanos donde se forjaron los nuevos líderes de la región, se aprobó la independencia de España y la eliminación de impuestos a la platina y a los mazamorreros.
Para reconquistar a sangre y fuego la población insumisa, Pablo Morillo envió de Cartagena al Chocó soldados comandados por Julián Bayer.
En el Fuerte de Murrí, Medio Atrato, las tropas españolas sufrieron una derrota temporal a manos de Tomás Pérez y Miguel Montalvo, pero luego retornaron con refuerzos, recuperaron la región y restauraron el régimen de terror.
Murieron fusilados Tomás Pérez, Miguel Montalvo y Miguel Bush, el primero en la confluencia del río Quito con el Atrato y los otros dos en Santafé de Bogotá, junto a Francisco José de Caldas.
Consolidado el triunfo patriota en el interior del país con la batalla de Boyacá, Bolívar envió tropas que liberaron al Chocó y apresaron al fugado gobernador español Juan de Aguirre en el Brazo del Inglés, en el río Atrato.
Toda esta gesta está narrada en detalle en el libro El Chocó en la Independencia de Colombia, de Rogerio Velásquez, texto que debe ser difundido profusamente en el departamento.
214 años después del Grito de Independencia, Colombia se ha trastocado en una vergonzosa y miserable neocolonia del imperio norteamericano. Panamá nos fue arrebatada y el oro y el platino del San Juan fueron saqueados durante más de medio siglo por la Chocó Pacífico, dejando solo desolación y cascote. Con el Tratado de Libre Comercio, TLC, hasta el bosque tropical chocoano queda expuesto a ser patentado por las multinacionales del norte.
Esta nueva celebración de la gesta histórica, iniciada con el Grito de Independencia, es ocasión propicia para profundizar en su estudio e investigación, en el esclarecimiento de sus antecedentes, sus ideas y logros. Es el momento para concatenar las analogías del 1810 con 2024, las luchas contra el colonialismo y el neocolonialismo, la primera independencia realizada y la segunda independencia por realizar.